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Por Jessica Falcón Tarjuelo – Tutora de 2º ESO

 

Esta semana me gustaría invitarte a reflexionar en este espacio sobre la escuela y sus protagonistas: los alumnos. Concéntrate y piensa en tus estudiantes, en tus hijos, en tus nietos…en esos pequeños y adolescentes que, a sus dieciséis años, habrán pasado al menos trece en un centro escolar. Ahora, imagina: ¿qué personas te gustaría que fuesen al terminar su escolarización?

La escuela desempeña un gran papel en el crecimiento personal de su alumnado, pues lo acompaña durante momentos clave en su desarrollo y le aporta herramientas que necesitará a lo largo de su vida. Como profesora de Geografía e Historia, me interesa que mis alumnos conozcan su pasado, para que entiendan mejor su presente y sean capaces de diseñar con mayor claridad su futuro. Estas disciplinas nos ayudan a ser más críticos, a elegir y a tomar decisiones con mayor conciencia; a deducir causas y consecuencias de los acontecimientos, a conocer y comprender mejor el mundo que nos rodea y a los seres humanos que lo habitamos; a disfrutar más de la cultura y del conocimiento, a enriquecer nuestros viajes, a conocer otras culturas y a ser más tolerantes.

Es importante que cada uno, desde nuestra posición en la escuela, tengamos una visión sobre lo que queremos para nuestros alumnos. Yo sueño con ciudadanos competentes, proactivos y resilientes, curiosos e ilusionados por aprender “de” y “con” la vida. Pienso, además, en buenas personas, empáticas y cargadas de valores, respetuosas y con la mente abierta a nuevas ideas y experiencias. Asimismo, deseo alumnos trabajadores, resolutivos, perseverantes, con sentido del humor y positivos. Todo un reto, ¿verdad? Comencemos, pues, por hacer de ellos personas libres y agradecidas: que tengan cada vez más alas, pero que nunca pierdan sus raíces

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