Laura LLamas Romás.Jefa de Estudios y Profesora de Secundaria
Mi pueblo, una pequeña localidad situada en la hermosa, pero olvidada comarca de Carballeda al norte de la provincia de Zamora. Su entorno natural es de enorme riqueza, pues se encuentra cercano a la sierra de la culebra, una de las mayores reservas naturales del lobo ibérico de toda Europa; a la sierra de la Cabrera Baja y al parque natural del Lago de Sanabria, desapercibido por mucho tiempo, y más sonado en los últimos años.
Hablo de comarca olvidada porque es una de las zonas más despobladas de la provincia de Zamora, hallazgo resuelto por los alumnos de mi tutoría en el desafío inicial de su proyecto sociolingüístico, en el que han logrado descubrir el tópico del proyecto: “Repoblando que es gerundio” realizando diferentes preguntas sobre la demografía española a sus paisanos zamoranos que paseaban por Santa Clara durante la mañana de este miércoles.
Sus calles, desiertas y silenciosas durante el invierno, invitan a ese descanso y retiro mental a cualquier visitante o peregrino, aunque en estos meses de frío, solo algún atrevido se aventura a realizar el camino sanabrés. Las mismas, en la época estival, se plagarán de antiguos vecinos y correspondientes descendientes, que tuvieron que abandonar su tierra natal por necesidad, duplicando la población del municipio y llenando de vida cada rincón olvidado.
En estas calles tuve la suerte de disfrutar mi niñez y juventud. Ahora, ya casi como “antigua vecina” he visitado mi tierra con mis alumnos en la excursión de convivencia de inicio de curso, y aunque para muchos les resultase una salida aburrida o monótona por ser un destino próximo a nuestro colegio, para otros fue un viaje inolvidable.
Personalmente fue un orgullo acercarles mi comarca, enseñarles sus preciosos parajes naturales, su fauna salvaje, brindándoles la oportunidad de pasar la noche en San Martín de Castañeda, municipio sanabrés, denominado por algunos el balcón del lago de Sanabria. Ese Lago, que inspiró a algunos escritores, como Miguel de Unamuno en su libro “San Manuel Bueno Mártir” definiéndolo como: El lago, espejo de soledades (…)
En esta tierra siempre estará presente esa soledad que en compañía de mis chicos hemos logrado silenciar, en este viaje, conviviendo también con la gente autóctona y repoblando, aunque solo haya sido por un momento cada rincón olvidado.
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